A flor de piel

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Desde el comienzo del conflicto entre Rusia y Ucrania, miles de personas se ven obligadas a huir de sus hogares hasta zonas fronterizas para sentirse a salvo. La ayuda humanitaria y la solidaridad se están convirtiendo en dos piezas fundamentales para el futuro de estos ciudadanos. Una de nuestras grandes preocupaciones es el bienestar del cliente, pero también el de nuestra sociedad. Siendo conscientes de la dureza de la situación, nuestra compañera Gloria decidió aportar su granito de arena. 

“Tienen tres, seis y ocho añitos, las mamás y las abuelas, un gatito con ojos de colores y un perrito.

Anteayer bombardearon su pueblo pero los niños no lo saben…

Sus madres jovencísimas están sentadas detrás y no me atrevo a girar la cabeza porque cuando lo hago alguna de ellas llora en silencio. Soy incapaz de hacerlas sonreír aunque lo he intentando.

Juego con los niños con el traductor del móvil pero tengo tantos temas tabú, no puedo preguntarles cómo les va el cole porque ya no existe, no puedo preguntarles por sus amigos porque ya no los verán, ni por sus padres o abuelos. Sólo queda reír y jugar al “pilla pilla” en las áreas de descanso para que se cansen y duerman este largo viaje.

Estoy adormilada y mi marido conduce, oigo llorar a un niño, es el pequeño de seis años, tiene algo de fiebre y juro por Dios que tenemos ese llanto grabado en nuestra cabeza, lo escucho a cada instante y me sobresalto. Últimamente, Luis y yo, tenemos siempre los ojos humedecidos, es como si hubiese una neblina continua…

En la otra furgoneta llevamos a dos de las abuelas, muy jóvenes también, con el perrito tapado con una manta; ellas sonríen mucho más que las mamás, miran a sus nietos y disimulan mejor que nadie y juegan y se lo pasan bomba con ellos. Me doy cuenta de que se sienten responsables y deben ser las más fuertes y así lo hacen. 

Nos damos cuenta de todo y llevamos muchas horas de viaje pero estamos más agotados por el esfuerzo continuo de controlar nuestras emociones que por los miles de kilómetros a nuestra espalda.

Cuando dejamos a esas mujeres y sus niños en esa casa y vaciamos la furgoneta, dejamos 6 maletas en el suelo. Cuando vimos esa imagen Luis me dijo: “en el suelo de ese garaje está toda la vida de cinco familias”. Esas mujeres no se quejaron ni pidieron nada en todo el viaje, ni siquiera ir al baño, cargar un móvil, nada, de vez en cuando con el traductor les decía si necesitaban parar y les daba el cargador para sus móviles y ellas asentían con un “Diakuyu” (gracias en ucraniano). 

El abrazo de ellas y los besos y abrazos de esos tres niños cuando nos fuimos no podré olvidarlo jamás, cómo unos brazos pueden hablar tanto de gratitud sin decir nada. 

Ayer fuimos a una entrevista a la radio y comentamos todas las colaboraciones de gente que habíamos recibido. Quiero agradecer de forma especial a BlooConcept la aportación económica y la semana de vacaciones solidarias que me ha facilitado para poder aportar mi granito de arena.

Esperamos que de esta manera haya mucha mas gente voluntaria”.

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